viernes, 5 de diciembre de 2014

Tres días fuera de órbita

Hace unos días, comenté a varios de mis amigos, que dejaría de escribir. Por todos los problemas y circunstancias que he vivido en estos últimos meses. Ya no encontraba esa motivación, inspiración y satisfacción que me daban las letras. Me sentía vació, solo caminaba por las calles del Centro de Lima, buscando algo que hacer, descubrir, indagar en estas calles grises de mi ciudad. 

En muchas de estas caminatas, el tiempo solía transcurrir demasiado rápido, y del brillo solar pasaba a la tranquilidad de la noche. Para mí, la noche es sinónimo de armonía. Me encanta, tal vez sea extraño, conozco a varias personas que le temen y prefieren estar en sus casas. En cambio yo paseo por Lima, rodeado de la oscuridad y de la luz de los faroles en cada una de sus calles y avenidas. Con un café o muchas veces un cigarro en la mano. 

A pesar de estas constantes caminatas recorriendo el Rímac, Barrios Altos, y por supuesto todo el Centro de Lima. Seguía sin encontrar esa necesidad por volver a escribir, en una hoja o en la computadora. No tenia ganas de nada, tal vez entre en una etapa depresiva y desanimada de mi corta vida, llena de problemas existenciales y dilemas de nunca acabar.

Así que este miércoles, al no tener nada que hacer, decidí ir a la universidad (la cual dejé solo por este ciclo) para averiguar algunas cosas de un determinado curso y sobretodo para visitar a mis amigos. Al llegar al centro de estudios, pude apreciar algunas modificaciones en la puerta de entrada y la desaparición de lo poco de áreas verdes que tenemos en el campus universitario. 

Después de subir hasta el octavo piso del nuevo pabellón, en la cual ahora se encuentra mi facultad. Me encontré con algunos de mis amigos que se quedaban sorprendidos de verme ese día en la universidad. Tengo que decir, que nunca había recibido unos abrazos tan cálidos y sinceros por parte de mis compañeros, durante todo el tiempo que permanecí en la facultad. Todos con los que me encontraban me decían: "No, en serio", "Ruloso, me hiciste el día, y el ciclo con tu presencia". Fue un momento muy tierno para mí, lo único malo es que no pude encontrarme con varios amigos, por motivos de horarios y cursos.

Al regresar a mi casa, volví a salir. Pues tenía una reunión familiar, donde volví a pasarla excelente. Al día siguiente, me fui a la presentación de una revista literaria y me encontré con una amiga, la cual cada día quiero más, y la felicite, pues uno de sus escritos fue publicado en esta revista, y al pedirle que me escriba una dedicatoria, la hizo de una manera muy peculiar, la cual puedo decir que es la dedicatoria más sexy que puedo tener.

Después de esta presentación, nos despedimos y regrese al Centro de Lima, decidí caminar un rato para ver que podía encontrar. Llegué a la Casa de la Literatura, y en este recinto cultural se celebraba un encuentro de revistas literarias, pude comprar varios ejemplares para añadirlos en mi pequeña colección. Y antes de terminar el evento, nos repartieron café y algunos bocaditos, simplemente estaba en el paraíso. Al salir del local, seguí recorriendo varios lugares, hasta que llegué al Centro Cultural Inca Garcilaso. Y me invitaron a presenciar la proyección de una película totalmente gratis, y simplemente valió la pena. Viaje a Tombuctú, es una cinta que recomiendo sobretodo a los jóvenes, para que descubran un poco de la realidad que el Perú vivió en esos años. Sin más que decir, ese jueves fue maravilloso.

El día viernes llegó y no dejaba de pensar, en lo que me pasaba, me encontré con un amigo de mi barrio, del cual suelo aprender muchas cosas, fuimos a tomar un café y caminar por las calles de nuestro populoso distrito, mientras caminamos le comenté de estos últimos días y solo atino a decirme: "Estos últimos meses, es como si te hubieras mudado a otro planeta, y estos tres días han sido distintos a ese planeta hostil y oscuro donde estas, simplemente estuviste fuera de órbita".

Bastaron esas palabras, para entender muchas cosas. Puedo tener diversos problemas, días malos o momentos funestos. Tal vez, me hunda en un hoyo oscuro, pero sé que encontraré la salida a la luz, tal vez deje de hacer muchas cosas. Pero lo que nunca voy a dejar, es la escritura. Pues al igual que la lectura, son las únicas amigas que necesito para salir de este mundo y estar fuera de órbita.